Decidimos firmar un pacto: jugaremos a amarnos, propusiste.
Ante tu sorpresa, acepté. Desplegamos el damero.
- Amémonos como los protagonistas de este juego: rey y reina. Yo, mataré por ti; tú, pensarás que me proteges - dijiste cual ajedrecista.
-Jaque mate - respondí. - Olvidé jugar en el mismo equipo.
Y por eso, supongo, terminan las partidas, porque olvidamos jugar en el mismo equipo. Ley de vida.
ResponderEliminarCuídate.
Por eso, y porque nos obcecamos en salir siempre vencedores, olvidando disfrutar del juego en sí mismo.
EliminarUn abrazo!
Estas cosas pasan, cada uno lleva su propia estrategia y cómo dices, quiere ganar el juego, si no se ponen los propósitos en común nunca se puede ganar esa partida, y yo no creo que haya vencedores y perdedores, sólo hay víctimas.
ResponderEliminarMe encantó muchísimo esa frase final.
Un abrazo!
No deberíamos empeñarnos en ponernos reglas, si no en convertir cada día en un nuevo juego, improvisado.
EliminarBesos!
Ha sido uno de mis fallos, jugar creando bandos.. cuando debí jugar en el mismo lado. Muy buena tu metáfora.
ResponderEliminarY es que en el amor...deberíamos olvidarnos de bandos y reglas...
EliminarBesos!
wowww fin de partida
ResponderEliminarNueva partida :D
EliminarPorque me has pillado desprevenido... Pues bien, que sepas que tengo a sueldo un ejército de peones. Van a ocupar el FMI y el Banco Mundial, y te vas a enterar, por listilla.
ResponderEliminarAbrazos, siempre
Muy bueno! Siempre tan ocurrente! Jeje.
EliminarUn abrazo!
Joder Mónica....sencillamente Genial...
ResponderEliminarSé de una vez en el que el el rey y la reina de bandos contrarios huyeron dejando a todos sin saber qué jugada hacer....
Pero ellos hicieron la mejor jugada de todas... A veces está bien romper las reglas!!
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