jueves, 10 de diciembre de 2015

Mostración


Acabo de volver a estar contigo. Ha sido breve. Quizá por eso tan intenso. O no, porque ninguno de los dos sabemos estar de otra manera.
Una despedida, hasta dentro de dos días, de esas a las que no se sabe poner fin. Abrazos interminables con más sexo encerrado que todas las noches de sábado en la ciudad. Mis ganas mordiendo tu cuello. Tu pasión desnudándome a golpe de miradas. La furia contenida en el roce de la piel.

Tan sólo son las 00.20 h. Voy camino de mi hotel. Me distraigo con el teléfono intentando acortar el trayecto de vuelta. Estoy excitada. Esta noche podría follar. Paso el dedo por los contactos. Sería tan fácil como escribir un whatsapp y responder a esa conversación que dejé a medias hace unos días. Justo en ese momento recibo un mensaje:

"Llegaste ya? Qué haces esta noche?"

Pero no. Me apetece follar, como siempre, joder, a quién no. En cambio, hoy, sólo me apeteces tú. Joder, como siempre. 
Subo al cuarto piso de un viejo edificio reconvertido en hospedería. Me he desnudado, pensando en cómo me lo harías tú. En cómo me lo hacías tú. Me siento con las piernas cruzadas y me pongo a escribir.


No sé, pero ahora que no estás no se me ocurre mayor demostración de amor.


(No volvimos a vernos dos días después. Ni dos semanas más tarde. Quizás este texto nunca ocurrió. O sí. O tal vez debamos desaparecer para encontrarnos).


miércoles, 19 de agosto de 2015

Homicidio


Volví al lugar de los hechos

pero ya nada sería igual.

Ni siquiera mis pisadas, haciendo coincidir 

punta y talón. Principio y fin.

Volví al lugar de los hechos,

donde dicen que vuelven los homicidas,

pero nunca te encontré. 

Será porque tú disparaste a mis sueños

pero fui yo quien mató mi libertad.

domingo, 26 de julio de 2015

Hagamos un trato




Yo te doy cobijo, mantengo el agua limpia y fresca, las semillas crujientes y el nido acolchado, te enseñaré a volar sin que tus frágiles patitas se fracturen si te caes, no habrá jaulas que te anulen ni peligros que te asalten.

A cambio, préstame tus alas y enséñame a amar. Libre. Con la libertad del que, aun teniendo la puerta abierta, siempre, siempre, sea aquí donde quiera(s) estar.

jueves, 23 de abril de 2015

Microcuento XVIII - Día del Libro


Convirtió en capítulo a quien podría haber sido la novela de su vida.

Desde entonces
es poeta.

lunes, 20 de abril de 2015

Soledad


Soledad es poder cambiar cada noche el lado de la cama. Saber que todas las cartas del buzón son para ti, incluidas las del chico erasmus que alquiló ese apartamento hace dos años. Poder quedarse leyendo un sábado por la noche, ver de un tirón todas las temporadas de tu serie preferida, depilarte un miércoles a las dos de la mañana o quedarte diez horas dormida en el sillón. Entablar amistad con tus miedos. Es cambiar explicaciones por elecciones; contratos por intercambios; compromisos por deseos; ataduras por libertad. Encontrarte la casa exactamente igual después de volver de vacaciones (incluido el aloe), esas en las que tu destino habrá sido un apartamento rural perdido en un pueblo sin nombre o un hostal en una playa cualquiera, en los que la única compañía que deseas encontrar es el sonido del rocío al evaporarse o el murmullo de una marea que nunca supo revelar los mensajes de las botellas que te bebías con todas sin querer a ninguna. 


Soledad también es dudar entre recuerdos, pensamientos y sueños. Arrinconar la que fue su taza favorita en el armario más alto de la cocina. Comer tres días seguidos las lentejas que mamá te enseñó a cocinar. Es inventarte respuestas cuando te preguntan por qué prefieres vivir sola a compartir piso, cómo a tu edad no tienes pareja ni planeas familia. Aprender a estar antes de que te necesiten. También incluye ser la persona a la que todos pidan favores porque, "la pobre, si está sola, qué otra cosa tiene que hacer". Pero, igualmente, pasarás por arisca al no avasallar la intimidad de los demás. La chica independiente del 4º, la rarita que siempre lleva música, un libro en la mochila y compra demasiadas verduras para uno; la misteriosa que sonríe a los desconocidos. 


Soledad es no ser lo suficientemente importante como para que ese alguien te dedique el último mensaje de la noche y las primeras palabras de la mañana. Todo lo demás...qué más da.

domingo, 29 de marzo de 2015

Microcuento XVII


Una pistola apuntando a la sien.
Aprieto el gatillo. Crujido de huesos.


El sonido de tus pasos tomando distancia 
es aquello por lo que me aterra morir.

domingo, 22 de marzo de 2015

Reclamación de intenciones

La decepción no es más que el desequilibrio entre el deseo y la realidad. Me cansé de no ser más que un efecto secundario cuando lo que necesitaba era ser la causa primaria de tus decisiones. 
De nada valen los manuales y libros de instrucciones para hablar de sentimientos. Ahora sé que lo que siempre debí escribir fue una reclamación de intenciones.


Antes de nada, no supongas que tendrás que pedirme espacio o tiempo. Deberías dar por hecho que también yo los necesito. En cuanto a la velocidad, me acostumbré a pagar las multas por exceso; no existe otra fórmula cuando se tienen tantas cosas pendientes. 
Y ganas.

Huyo de peluches, películas Disney, lo políticamente correcto, las sonrisas impostadas y las palmaditas en la espalda. Me producen alergia los amores de telenovela, los paquetes de viajes que cuelgan de las estanterías, los sentimientos planificados, las rosas de terciopelo y los llaveros con corazones partidos que llevan las llaves de lo que nunca será un hogar.

Soy adicta al café, al humor y chocolate siempre negros, a las sorpresas y a las conversaciones que no cesan hasta el amanecer. No saco morritos en las fotos, no tengo talento para cantar o bailar ni sé susurrar con esa voz orgásmica de las chicas que tanto te gustan. 
Lo siento, pero disfruto más riendo a carcajadas, hablando de guarradas con amigos en la barra de cualquier bar e inundando la casa de notas que te hagan sonreír al leerme. Digo tacos sin importarme quién me oiga ni me avergüenza dedicarte los más bonitos versos sobre el escenario. 
Tampoco busco caerle bien a todo el mundo; es más, desearía no hacerlo. Me enternece más la mirada de un animal que la de un desconocido.

No me gusta ir de tiendas salvo cuando sea estrictamente necesario. Por favor, no me lleves de paseo a los centros comerciales. Para eso está el campo. O la playa. O simplemente los rincones secretos de cualquier ciudad en la que soy experta en perderme.
No me parece especialmente romántico que me llenen de pétalos una cama inerte y fría de hotel cinco estrellas; prefiero que me embriagues de versos frente a una chimenea. 

No habrá regalos lujosos en fechas señaladas. A cambio, no olvidaré felicitarte a las 00:00 ni faltarán los detalles un día cualquiera del calendario. 
Nada de sexo el viernes por la noche, que es cuando toca. El sexo...cuando nos apetezca. El viernes noche, también. 

Tengo un corazón arrítmico que no me asegura que pueda contraerse en la siguiente sístole. Así que no me pidas promesas que duren más de lo que dura un latido; de lo contrario, estaría engañando tu futuro. Y el mío. El futuro, ése que tanto disfrutaría si lo exprimiéramos juntos. Porque cuando hablan de medias naranjas no se refieren a que busques la mitad que te haga sentir entero, si no con la que vaciarse en el más exquisito jugo.

Nunca seré el prototipo de mujer de película que a todos enamore. La única certeza es que soy la chica inconsciente para unos, solitaria para otros, demasiado sensible para todos. 
Seguramente tenía razón quien un día me dijo que no es que no me dé miedo morir, lo que no me da miedo es vivir. 

Así que si vas a ilusionarme y desaparecer, sólo te pido una cosa: 
ahórrate cruzarte en mi vida por primera vez.