Las calles aguardaban tus pasos, tanto como yo anhelaba escucharlos por el pasillo, a medianoche, acercándose a la habitación en la que apenas dormimos pero tanto soñamos.
¿Cuándo dejamos de querernos?
Lo descubrí aquella noche. Aquella en la que no eché de menos el "dulces sueños" de rigor, ni tu mano en mi cintura ni caricias en el pelo. La duda en los labios, con la claridad tras las persianas, lo confirmó.
Descalza por el pasillo, tropecé. Aún quedaban cajas amontonadas.
Prefería cambiar de cielo cada mañana que de brazos que me abrigaran. En cambio, para ti era más fácil mudar corazones que sillones. Y, en una de esas mudanzas, dejé olvidados mis latidos.
Me encanta como enlazas las ideas y los sentimientos, el último párrafo es tan maravilloso.
ResponderEliminarLo bueno, dentro de lo malo, creo que es tropezar, y verse esa duda en los labios, mejor eso que una agonía más eterna, mejor buscar otros cielos como dices, mejor tener esperanza y no trasladar sólo bultos.
Me ha gustado muchísimo, me toca muy cerca de lo que hablas, aunque leer cosas así me hace sentir mejor.
Un besazo guapa
Gracias, siempre, por estar y por esas palabras tan acertadas. Sentirse atascado puede ser una de las peores sensaciones. No deberíamos temer a los cambios
EliminarHe estado desconectada un tiempo y...tengo que ponerme al día con tu blog!!
Un besote
Muy bueno, Mónica... la manera de contarlo, la manera de cerrarlo, y la potente imagen de una mudanza. Las ausencias, los imposibles, la magia de hacer participar al tiempo y al entorno... Es comprender desde la belleza algo que, de otra manera, solo sería triste.
ResponderEliminarBesote! :)
Al final, la vida no es más que el baile de los contrarios. Unas veces toma el mando uno u otro pero no son nada de manera individual. Así, las presencias sin ausencias, los posibles e imposibles...son bailes sin música que los oriente.
EliminarUn besazo!
Los finales son complicados. ¿Cuando se deja de querer a alguien? ¿Cuando se tiene que mudar uno de piel? Un placer leerte.
ResponderEliminarEl más saludable de los finales llega cuando uno deja de preguntarse si ése es el final. Cuando desaparecen las preguntas...aparecen las respuestas.
EliminarTal vez algún día, quién sabe, encontremos un amor sin fecha de caducidad.
ResponderEliminarAbrazo grande.
¿O consumo preferente? ;)
EliminarUn besote...de los que no caducan