martes, 31 de agosto de 2010

Infinito + 2

Traeré el calor entre mis dedos, para que tu piel jamás conozca la dureza del invierno.

Mis pupilas recogerán los paisajes más bellos, y así, cuando crucemos nuestras miradas, crearemos los escenarios de esos sueños que aún nos quedan por vivir.

Mis labios te susurrarán la música de los mares, con esa enigmática paz que caracteriza a las caracolas.

Cada noche te soñaré,
cada día te recordaré,
cada instante...
te añoraré.

En cada vida,
te amaré.

viernes, 27 de agosto de 2010

Los Amarillos


¿Quiénes son los amarillos?

En esta entrada vuelvo a nombrar a Albert Espinosa, ya que sólo él podía ser el creador de este magnífico término.
El último libro que este verano ha puesto en mis manos, bueno, no, he sido yo la que ha ido en busca de su lectura, ha sido "El mundo amarillo", de Espinosa. Y precisamente de ahí es de donde me he permitido el lujo de extraer este concepto para, de una u otra manera, poder ayudar a extender este término que seguramente todos hayamos experimentado pero pocos hayan puesto nombre.

¿Quiénes son los amarillos?

Una buena definición sería: Persona especial en nuestra vida. Los amarillos se encuentran entre los amigos y los amores. No es necesario verlos a menudo o mantener contacto con ellos. La forma de relacionarse con los amarillos es el cariño, la caricia y el abrazo. Hay 23 en nuestra vida. Las conversaciones con ellos hacen que mejoremos como personas y descubramos nuestras carencias. Son el nuevo eslabón de la amistad.

Los amarillos no son fruto de la casualidad. Los amarillos se sienten, notas que puede serlo. Resulta curioso y puede que difícil de comprender por qué un desconocido que hasta hace dos minutos no formaba parte de tu mundo, después se convierte en parte tuya, te entiende más que cualquier persona de este mundo y notas que te ayudan de una manera tan profunda que te sientes comprendido e identificado.

Esto es tan sólo una pincelada de todo lo que puedes descubrir en "El mundo amarillo. Si crees en los sueños, ellos se crearán".

¿Quieres ser mi amarillo?

jueves, 19 de agosto de 2010

¿Somos lo que recordamos?

¿No recordar todos los instantes que antaño compartimos significa comenzar a olvidarte? ¿No existe una copia de seguridad de los recuerdos?

Si no consigo hilar todo aquello que un día vivimos, nuestra historia no será más que un amasijo de recortes que ni siquiera sé ordenar.

¿Y si lo que recordamos es la cara opuesta de una realidad que jamás volveremos a revivir? ¿O es que mi mente no es más que una productiva fábrica de oasis que sacian mi sed de un mundo nuevo?

No puedo soportar la idea de que algún día podamos observar viejas fotos como si éstas no pertenecieran a nuestros álbumes, sin recordar el motivo de nuestras alegres sonrisas en aquella imagen junto al faro, ni el por qué me sonrojaba en aquélla otra mientras miraba el objetivo de tu cámara. O no volver a estremecerme al evocar el día en el que decidiste contar todos los lunares que dibujan mi cuerpo. Ni reconocer al señor alto y de aspecto bonachón y a la hermosa señora de inmensos y brillantes ojos que me abrazan en aquella foto del aeropuerto, o esa rubia de ojos verdes que aparece disfrazándome en cada instantánea, o ese cachorro juguetón que brinca sorteando las olas de un mar revuelto...

¿Y si cada recuerdo o detalle que abandona nuestra memoria supusiera arrancar las hojas del bloc de nuestra vida? Al final, una página tras otra se irían perdiendo por el camino, creando remolinos en el aire, y nuestra libreta no sería más que un muelle de alambre del que penden unas raídas y enmohecidas tapas. Una raquítica columna vertebral que ha perdido su función de sustento.

No, me niego a pensar que eso es posible. La imagen podrá desaparecer sin dejar siquiera un rastro en mi mente, pero los sentimientos no pueden esfumarse sin más. Podrán mutar, perder intensidad o ganarla, pero jamás perderse. Y todo lo que a una emoción asociemos, permanecerá por siempre con nosotros.

martes, 17 de agosto de 2010

El eterno adiós

La luz se apagó. Ahora, tus días ya no tienen orden en el calendario, pero tampoco quiero que los ordenes. No importan las horas, si hace frío o calor, si el reloj indica que deberías llevarte algo a la boca o dormir a pierna suelta. Qué importan los ritmos circadianos.
El destino canalla te ha arrebatado un buen pedazo de corazón. Te ha tocado hacer frente a una de las más duras despedidas, ese eterno adiós a un padre.
Siempre me ha impresionado tu fortaleza, tu entereza para salir adelante de las más adversas circunstancias y, lo más difícil, sin perder la alegría y la sonrisa que te caracterizan. Ahora, toca apretar los dientes y tirar para adelante. Nada es comparable al dolor que produce la muerte de un ser querido, por supuesto, por eso concédete el tiempo necesario para superar esta dura etapa de duelo. Deja que todos esos amigos que tienes y que jamás te faltarán, cuidemos de ti, y que al menos por esta vez dejes de ser tú el cuidador.
Olvida las palabras no dichas, incluso aquellas que un día pronunciamos y de las que nos arrepentimos, pues el poder de una mirada, un gesto o la sencillez de un detalle siempre dejan entrever nuestros verdaderos sentimientos, y aquellos que bien nos conocen supieron desde un principio descifrar y valorar. Y es que tu enorme corazón se siente a pesar de los cerca de 1.000 km que te separan de tu tierra, de la misma forma que también ese cariño llegaba hasta tu padre cada día. Hasta el último momento has estado al pie del cañón, siéntete orgulloso.
A pesar de tantos años de amistad, es curioso que jamás conocí a tu padre. Sin embargo, aún conservo un regalo en el que ambos colaborásteis. ¿Recuerdas cuando, siendo una pequeñaja, te confesé aquel inocente sueño de poder recoger toda la basura del planeta con un sencillo pincho y mucha paciencia? Pues sí, al poco tiempo te presentaste con el nombrado pincho metálico con empuñadura de goma que tu padre y tú elaborásteis.
G., somos muchos los que te queremos. Mucho ánimo y un inmenso abrazo.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Una infancia feliz

"La infancia es uno de los mejores dones que los padres pueden dar a sus hijos"
Mary Cholmondeley


Recuerdo que esta frase se la envió en un mensaje de móvil a mis padres hace unos años, cuando me encontraba estudiando en Madrid, en una de esas noches de espesa nostalgia. Por supuesto, mi madre me llamó llorando, emocionada.

Aunque hayan pasado años desde aquello y a pesar de haber vuelto al hogar familiar (como en casa, en pocos sitios), sigo compartiendo esa afirmación.

Afortunadamente, he tenido una infancia muy feliz. Inmensamente feliz. No se me ocurre quejarme del resto de las etapas de mi vida, aunque ha habido de todo, pero recuerdo y revivo con especial satisfacción y entusiasmo aquellos primeros y maravillosos años. Quizá sea por eso por lo que conservo recuerdos imborrables desde edades excesivamente tempranas como para ser capaces de almacenarse en la memoria.

No existía el aburrimiento (bueno, realmente tengo la suerte de no conocerlo todavía) y las tardes daban para sacar todos los juguetes del armario, salir a la calle con un trozo de pan con chocolate, volver y seguir jugando y, con todo eso, aún seguía el sol en lo alto, sin hacer ningún amago por esconderse.

No conocía ni el significado de las palabrás "estrés" o "agobio". Mi pasión por la lectura se fraguó incluso antes de comenzar a andar, de manos de mi padre, pues raro era el día en que no aparecía con libros y tebeos. No hubo día, ni lo hay ahora, en el que mis padres no me cubrieran de besos y achuchones.

Y es que así...¿cómo no guardar magníficos recuerdos?

lunes, 2 de agosto de 2010

Vivir amando, amar muriendo

Anoche, cuando me disponía a irme a la cama, no con muchas ganas, me dio por zapear. En el primer canal que apareció, acababa de empezar la película de La novia cadáver, de Tim Burton. Así que decidí alargar el momento de contar ovejitas hasta después de ver la peli. La vi el año en que la estrenaron, pero ya no la recordaba. Qué curioso me resulta comprobar que, dependiendo del escenario y las emociones reinantes en un determinado momento, un mismo hecho puede suponer para la misma persona, un sinfín de manifestaciones y significados diferentes. Increíble me resultó no acordarme del film, pues ayer quedé maravillada y...emocionada. ¿Será que el verano me tiene con la sensibilidad a flor de piel?
No soy muy entusiasta de películas de dibujos, sea cual sea el público al que vayan destinadas, pero siempre hay excepciones; y ésta es una de ellas, sobre todo teniendo en cuenta que soy fiel seguidora de Burton.

Cuando acabó, mis pensamientos no estaban por la labor de mantenerse calladitos hasta la mañana siguiente, así que opté por dar fin a la lectura del último libro de Gayle Forman, "Si decido quedarme", que narra la historia de una chica que, tras un accidente de tráfico, debe decidir entre vivir o morir. Así, me dieron las 3:30 cuando apagué la luz de la mesilla, pero aún no era hora de pulsar el interruptor del sueño. No sé si esta noche he dormido, juraría que he permanecido en un estado de duermevela en el que he seguido rumiando el tema de "el después", ¿qué pasa cuando morimos? Y es que, podría quemar las horas extendiendo esta temática y jamás, en vida, creo que podamos llegar a sacar una única conclusión, pues siempre encuentro nuevos detalles y posibilidades. Esta materia la dejaré para unas cuantas entradas, pues no creo que me baste tan sólo una.

¿Podrá el amor superar la barrera de la muerte? Por supuesto.

Y mi corazón responde
aunque no late se rompe
y yo sufro en realidad
no diréis que no es verdad
y aunque sé que muerta estoy
aún me quedan lágrimas que derramar...