sábado, 27 de febrero de 2010

La Despedida

Ha llegado el momento. Mañana te irás. Tus estancias siempre tienen un día de inicio y otro de final predeterminados, pero aún así, las bienvenidas siempre serán festivas y las despedidas amargas. A pesar de todo o debido a ello. Se cierra otro ciclo, siempre a 21 días del comienzo de la primavera. Mañana te irás; toca hacer la maleta, recoger todo aquello que hace cuatro meses alguien pensó que necesitarías y que con esmero le buscamos ubicación en casa. La misma ubicación que mantenemos reservada para cuando vienes.

Durante este tiempo, el mismo de cada año, corto o largo según la perspectiva de cada uno, se produce un paréntesis en nuestras vidas; también en la tuya. Todos debemos cambiar nuestros hábitos, horarios, actividades, e incluso la alimentación. Quizá por ello, por poner toda la carne en el asador, por vivir tan intensamente cada modificación, por desear tu bienestar sacrificando el nuestro, muchas veces sale a flor mi carácter más visceral; y ya se sabe que las emociones pocas veces pueden ocultarse, tarde o temprano salen a la luz.

Bien es cierto que hay amores que matan, y es que si el cariño no estuviera enredado por medio, habría infinidad de cosas que no podrían hacerse. Esto no sería posible. Los sacrificios y las renuncias serían insufribles si no fuera porque te quiero. Cierto es que a veces lo estropeo todo cuando los nervios se apoderan de mí, cuando me abandona la paciencia y siento que el oxígeno se ha agotado. Cuando el amor anda implicado, no puede actuarse para obtener una recompensa, pero sólo bastaría una simple sonrisa para no caer en la desolación, para seguir al pie del cañón porque un sencillo gesto agradable puede inyectarme el entusiasmo que, reproche tras reproche, acaba por disiparse.

"Es un error ser en exceso generoso con quien vive con uno, y no tanto porque nadie devuelve ni siquiera una parte de todo lo que uno da, como porque nadie perdona que un día no se le siga dando. La generosidad a menudo termina creando una especie de privilegio en quien la recibe, de modo que se presenta como víctima el desposeído de pronto de un derecho que nunca debió recibir".
Eugenio Fuentes, fragmento del libro "Venas de nieve".
Mañana te irás. El paréntesis se abre. Te echaré de menos, de eso no cabe duda. Creo que tú también lo harás, porque hemos compartido momentos muy malos pero también muy buenos. Hemos reído, llorado, enfermado y sanado, gritado, jugado, sufrido, iniciado un nuevo año y despedido el anterior. Cuando mañana te montes en el coche que nos separará 1.036km y te vea tras la ventanilla aún mojada por la humedad de la noche, y crucemos nuestras miradas con esa cómplice arte adivinatoria que caracteriza las despedidas, intentando transmitir tantos sentimientos a través de nuestras pupilas, será entonces cuando me derrumbe a sabiendas de que necesitamos un tiempo de distancia. Tú para cambiar de aires, que siempre te vino muy bien el clima del norte; yo para disfrutar de la libertad, coartada durante este tiempo, para desintoxicar mi mente y poder volver a cuidarte en tu próxima visita. Ahora es tiempo de cuidar al cuidador.

martes, 23 de febrero de 2010

Queda la noche

Por todos aquellos que me conocen es sabida mi pasión por la lectura. No puedo evitar leer todo lo que cae en mis manos o pasa por delante de mis ojos, incluidas las pegatinas de la fruta o hasta el nombre de los/as cajeros/as en los tickets de la compra. La venturosa culpa la tiene mi padre, un gran devorador de letras, que desde chiquitita me inculcó esa afición para llegar a convertirla en una necesidad fisiológica más (quizá por eso no sea extraño que incluso el menos lector se haga con una lectura antes de entrar al aseo). Aún conservo mi colección de Caracola, Leo Leo o El Barco de Vapor, entre otros.

Me siento incapaz de tener un solo libro entre las manos, suelo alternar dos o tres porque me resulta imposible elegir un único título. Una de mis mayores penas es saber que necesitaría un centenar de reencarnaciones para no dejar ningún renglón impreso sin leer. Me enloquece adentrarme en una librería o biblioteca y perderme entre las estanterías tapizadas de libros, de todos los tamaños, colores y temática. Evidentemente, no todo lo que se escribe es bueno, partiendo de la base de la variedad de gustos interpersonal, y hay que tragarse algún que otro tostón entre lecturas amenas e interesantes, y muchos hasta dar con ejemplares inolvidables. Pero algo que me apasiona y que puede tornar una lectura aburrida en una que merezca verdaderamente la pena es encontrar una frase, un párrafo o una simple idea que, aunque efímera, sea capaz de transportarme, de implicarme, de calarme hondo para, finalmente, sentirme satisfecha por haber elegido ese libro y no otro de entre todas las opciones que se mostraban ante mí.

Seguro que todos nos hemos sentido identificados con la descripción de ciertas situaciones, con historias que creíamos ser los únicos poseedores de su experiencia. ¿No recordáis libros que han marcado un antes y un después en vuestras vidas? ¿O cuya lectura ha sido decisiva en determinados momentos? Son tantas las emociones que se pueden poner en juego que aún recuerdo el primer libro que consiguió hacerme llorar.

La última novela que me he zampado ha sido Queda la noche, de Soledad Puértolas. Tras conseguir el Premio Planeta en 1989 no dejaron de lloverle críticas. Con o sin premio, resulta una historia sencilla, entretenida y de fácil lectura, ideal para una tarde de domingo. Aquí os dejo una perlita que encontré entre sus páginas, una de esas por las que me alegro de haberlo leído.


"A veces, la certeza de que lo que acabas de vivir será tragado por el tiempo se convierte en una sensación insoportable. Los mejores recuerdos no son los que dejan los instantes más felices. Por el contrario, los instantes felices acaban siendo los peores recuerdos que puedes tener porque no se soporta la intensidad perdida"

domingo, 21 de febrero de 2010

Shutter Island

No es extraño que me quede dormida en el cine si voy a la última sesión, excepto si se trata de una película muy buena y/o que te mantenga en tensión, sobre todo teniendo en cuenta que rara vez consigo meterme en la cama antes de la 1:00h y levantarme a las 5:00h; al final, entre unas cosas y otras, acabo durmiendo 3-4 horas, pero es que.....hay tantas cosas que hacer!!

Bueno, y todo esto iba para contar que este fin de semana he visto, ¡y sin dormirme!, la nueva película de Scorsese, Shutter Island. No contaré nada, ni siquiera haré una breve sinopsis porque soy de las que piensan que es mejor plantarse delante de la pantalla conociendo si acaso lo imprescindible, no vaya a ser que incluso el mínimo comentario nos estropee un gran guión. Eso sí, me he topado con críticas de todo tipo para la nueva del carismático Martin.

El caso es que la peli, una vez llegas a casa y te acurrucas entre las sábanas, impide que caigas en brazos de Morfeo para pasar un buen rato pensando si no es que realmente todos tenemos un punto de locura. Porque......¿serán los diagnosticados como locos los únicos que realmente no lo son? Y si el psiquiatra es el primero que lo es, ¿entonces el paciente es el cuerdo? ¿Cuál es la barrera que separa a unos de otros? Y no puedo evitar acordarme del libro Verónika decide morir, otra historia basada en la vida en los psiquiátricos y lo que allí se cuece.

He de confesar que soy de lo más escéptica en lo referente a la labor y prácticas metodológicas de psicólogos y psiquiatras. Quizás sean útiles para un grupo limitado de personas, muy concreto. Creo que la familia y los amigos pueden ayudarte mucho más, pero también es cierto que hay gente que carece de unos y otros y que estos no pueden recetar un sinfín de medicamentos. Lo que sí me abruma es que bajo el nombre de locura se quieran incluir una serie de comportamientos y actitudes que rozan más el salvajismo o, lo peor de todo, reducir su gravedad.


"La ciencia no nos ha enseñado aún si la locura es o no lo más sublime de la inteligencia".
Edgar Allan Poe

jueves, 11 de febrero de 2010

Carnaval

Mañana me voy de viaje. Me despido sólo por unos días, y prometo volver con las pilas cargadas. Aprovecho estos días de Carnavales para hacer una escapadita, al contrario que mucha gente que, al menos en estas fechas, prefiere acercarse o quedarse en Badajoz para celebrarlo. Durante 6 años he estado viviendo en otras ciudades y, bien por estudios o por trabajo, no he podido venir a mi tierra a disfrazarme y festejarlo. Quizá por eso valoro otras opciones si surgen planes también interesantes. Eso sí, desde pequeñita y hasta los 18 años no ha habido año que no me haya vestido y disfrutado. Además, como también heredaba disfraces de mi hermana, me volvía loca a la hora de decidir cuál ponerme.

Esta foto es de los Carnavales del 88. Yo, con 3 años, vestida de pera, y mi hermana, con 6 años, de cereza. Aún recuerdo ese día, porque diluviaba pero nos empeñamos en salir y mis padres tuvieron que sacarnos a pasear, jeje. Cada año pensábamos con antelación los disfraces y mi madre, con sus delicadas manos, hacía los patrones, compraba las telas y, puntada a puntada, noche tras noche, los confeccionaba para estar listas en las fiestas. Recuerdo, y alguno aún conservo, trajes de pollo, Blancanieves, leopardo, arlequín, sirena, Big Ben, oso, vampiro, demonio, animadora, india,...
Tanto para los que lo celebren como para los que no, que el espíritu de la fantasía y la diversión inunde estos 3 días....y el resto del año!
Hasta pronto!

miércoles, 10 de febrero de 2010

Mereció la pena

5:00h. Ring, ring! La cafetera está vacía. Se acaba la bombona de butano. Ducha helada. Una mala costumbre ésta de ser limpia. Salgo a la calle. La noche aún gana al día. Mis labios besan el aire frío. Silencio. No hay nadie con quien cruzar un saludo. No me apetece conducir, prefiero observar cómo amanece. Enciendo el ipod. Llueve. Olvidé el paragüas. Opto por el autobús. No hay tráfico. Un cláxon despistado se cuela en la canción. 6 ºC. Las cartas de los enamorados aún duermen en Correos. Algunas farolas se despiden hasta la próxima noche. La Alcazaba, a mi derecha, protege a mi hermana. Mi único compañero de viaje llega a su destino. Silencio. En pocos minutos llego al hospital; las habitaciones siguen con las luces apagadas. Respiro tranquilidad y esperanza. Mi pase debe de estar en el bolsillo de algún abrigo que dejé colgado en el armario. Al menos hoy, mi carnet universitario ha servido para convencer al vigilante de que me esperan unas plantas más arriba. En el abrir y cerrar de las puertas del ascensor oigo el eco de llantos; silencio; camillas; miradas nerviosas se cruzan confiándote curaciones que muchas veces no llegan. Las máquinas pitan. Buenos días! Análisis. Medicación. Sangre. Dolor. Y calma. Isabel recibe un ramo de flores. Nos invita a bombones; es su cumpleaños y lo celebra con su mejor sonrisa. Rafael se va de alta. La operación de Susana ha salido bien. "Se encuentra estable" puede convertirse en la mejor noticia para la familia Campos. 60 minutos para comer. 180 minutos de apuntes. Necesito recargar mis niveles de cafeína. Alberto me cuida incluso por teléfono. Llego a casa; hace 13 horas que salí. A mi abuela se le alegra la cara al verme. Mis padres me besan. ¿Qué tal el día? -preguntan. El día...mereció la pena.

lunes, 8 de febrero de 2010

ADANA

Es una pena ver por las calles perros abandonados intentando sobrevivir rebuscando en contenedores, andar cabizbajos por arcenes y márgenes de caminos. Están sucios, despeluchados, cansados, con mirada ausente, caquécticos y, en muchos casos, heridos y maltratados, mutilados.

¿Cómo alguien puede ser capaz de hacer algo así? En primer lugar, ¿cómo se puede abandonar a un animal con el que has compartido tu vida, has creado lazos, has jugado, te ha dado tanto sin exigirte nada? Y en segundo lugar y más sorprendente aún, ¿qué puede mover a una persona a pegar y hacer daño, ya sea a un perro o a cualquier otro animal? Y ya no hablemos de los caninos que te encuentras colgados en el campo porque un cazador caprichoso cree que el animal ya no le sirve para seguir con su hobbie. Aunque teniendo en cuenta las barbaridades que componen los telediarios....


Os dejo un enlace a la página de Adana, una Asociación Protectora de Animales de Badajoz.
http://www.adanabadajoz.com/


Y en cualquier ciudad seguro que existe una asociación a la que acudir.

Se puede ayudar de muchas formas, desde firmas para endurecer las leyes hasta colaborar con casas de acogida. Por supuesto, hay una galería de imágenes de perros y gatos que están deseando recibir cariño, y puedo asegurar que resulta casi imposible resistirse a esos ojitos tristes.

Yo tuve una perrita durante 14 años y sólo puedo decir que a mi familia y a mi nos hizo ser mejores personas. A pesar de los sacrificios que tengas que hacer, los momentos buenos los superan con creces. Murió hace 2 años y aún no lo he superado. El año pasado mi hermana acudió a ADANA, se enamoró del negrito de la foto y lo adoptó. Me gusta pensar que lo salvamos, ya que días después nos enteramos que a su hermano (el canela de la foto) lo mataron. Ahora es un cachorrito enorme y feliz.....y el rey de la casa!

jueves, 4 de febrero de 2010

Poesía pacense

Cuando un libro de poesía cae en mis manos puedo devorarlo en un par de horas, sin embargo, paso semanas saboreándolo y desmenuzando cada uno de sus versos. Lo curioso de este género literario es que un mismo poema es capaz de despertar emociones diferentes en cada persona, o incluso depender del momento y estado anímico en que sea leído. Llevo más de 15 días sin poderme quitar de la cabeza (ni del corazón) dos poemas. Ambos de temática similar pero con estilos diferentes, consiguen transmitir al lector tanto sentimiento, tanta melancolía, el eco de las voces perdidas, la fingida aceptación de aquello que nunca recuperaremos, pero sin llegar a caer en la desazón y el hundimiento.

El primero pertenece al poeta, y vecino durante algún tiempo, Ángel Campos Pámpano; el segundo, al poeta y cantante, un artista de pies a cabeza, José Manuel Díez. Dos extremeños capaces de ponerme la carne de gallina con sus versos y transportarme a esos lugares que ya no son como antaño. Aquí os dejo este regalo:


EL PATIO

sabrás que lo que queda
es tan sólo una ausencia compartida
un otoño más lento que este otoño

han brotado sin ti
un par de rosas nuevas en el patio

han nacido sin ti
tú ya no puedes
pedirle a alguien que te las acerque
que las coloque en un vaso con agua
ahí frente a tus ojos

ya no puedes mirar
ni las rosas del patio
ni la grieta del muro
que se abre sin ti
sin que tus manos puedan hacer nada
para cerrar la herida

no hay silencio más rígido
que el de este patio ahora

sin ti

muda soledad que no cobija
que se impone como luz desconchada
que olvidara la cal de donde nace
como ese óxido
que arraiga para siempre en el desagüe

va cayendo la tarde desatenta
ajena a la derrota
que crece desde ti confusamente

y ajena también a la quietud de los geranios
que tus manos podaban

a la desolación

sabrás que lo que queda es el fulgor
de la presencia tuya en las dos rosas
marchitas en el vaso

(Del libro "La semilla en la nieve")



LA CASA DEL POZO

Recorro sus estancias, cruzo puertas,
abro ventanas, palpo
la materia calcárea de sus muros

Las memorias que ocupan esta casa
son fugaces.
(El huerto
posee un pozo de piedra centenaria
del cual pende la imagen herrumbrosa
de un cubo.
La habitaron los padres de mi padre.
La ocupó no la muerte supletoria
de sus jóvenes vidas
sino la plenitud de una familia
que yo no disfruté; luz agnaticia
de unos antecesores
que nunca conocí, siendo los míos).

Una viene de afuera, de entre los abedules
que, con rigor arcaico,
dan al vergel sus sombras fatigadas,
y va hacia los pucheros,
hacia la soledad de los fogones
que alumbran la cocina.

Otra está en la textura de los odres
de los libros de historia, de los viejos
poemarios ordenados por autor y por fecha
sobre estantes de encina,
e imprecisa de rostro canta coplas
que aprendiera en la guerra, de soldado.

Otra más -es la única
que mi discernimiento reconoce-
camina despojada de luz por las alcobas,
dejando en las ventanas una pluma
de paloma salvaje.
Tiene manos de niño y la tristeza
le sube por el torso hasta la boca.

Abuela. Abuelo. Padre.
No todo se perdió con vuestro tránsito.
La casa posee un pozo de piedra todavía,
del que también mis hijos
-y sus hijos,
y los hijos de éstos-
beberán.

(Del libro "La caja vacía")

miércoles, 3 de febrero de 2010

Gominolas

¿Cuántas veces hemos escuchado o leído en entrevistas preguntas del tipo: si fueras un animal, cuál serías; y si fueras un libro, o una flor, o incluso un instrumento musical? Pues bien, dada mi pasión por las chucherías, hoy intentaré buscar semejanzas entre chuches y tipos de personas. Por supuesto que habrá excepciones (ninguna persona es igual a otra y tampoco hay tanta variedad de estas pequeñas dulzainas), por supuesto que no ha sido extraído de ningún estudio realizado en la Universidad de Harvard, pero sí que ha sido elaborado en una tarde lluviosa y fría de febrero, junto al brasero, y con muchas ganas de comer...gominolas!

En primer lugar, existen personas tiernas, agradables para un gran número de individuos pero que suelen pasar desapercibidas, como las NUBES o ESPONJITAS. Algo similar le pasa a su prima hermana la DENTADURA, sólo que ésta al menos es más divertida; no conozco a nadie que alguna vez no se la haya encajado en los dientes a modo de dentadura postiza antes de meterle bocado.
Los HUEVOS, LABIOS, GUSANOS o TIBURONES, por ejemplo, son más corrientes. Serían el rellenito que no puede faltar en una bolsa de cumpleaños o los extras que hacen bulto en las películas. Gente común pero necesaria.
Conozco a personas especiales, inusuales, peculiares, cuya compañía resulta grata e incluso magnífica siempre y cuando no se abuse, a ratos, que cumplen aquello de "lo poco gusta y lo mucho cansa". Corresponderían a los GATOS de regaliz o las MANZANAS verdes. Otros, en cambio, al igual que los PLÁTANOS, o gustan mucho o no lo hacen en absoluto. Pero...¿a quién no le encanta comerse a puñados las pequeñas GOMITAS azucaradas? ¿O las COCA-COLAS, dulces y ácidas a partes iguales? ¿O montoncitos de FRUTOS SECOS (piensa en pipas peladas)? ¡Sí! es que a veces encontramos en nuestro camino a personas de las que no podemos prescindir; aquéllas con las que nunca vemos el momento de la despedida.
Yo, personalmente, tengo predilección por las FRESAS RELLENAS. A simple vista pueden no ser apetitosas, pero en cuanto les das un mordisquito y profundizas...mmm...¿quién puede resistirse a esos encantos?
No hay que olvidarse de los míticos BESITOS. Personas que ofrecen momentos dulces, sabrosos, que perduran en el tiempo y que siempre gusta repetir. A diferencia de los CHUPA-CHUPS DE SANDÍA o los MELONES, que son intensos pero ahí se queda todo, en el instante. Y si hablamos de personas románticas, hay que mencionar a la PIRULETA DE CORAZÓN (¿o corazón de piruleta?)
Una recomendación: ¡intentad no abusar de las ALMENDRAS AMARGAS! Siempre hay alguna que se cuela... :D

Seguro que cada uno podrá hacer sus propias combinaciones, a cuál más divertida, y seguro que cada uno podrá sacar sus semejanzas. Yo me incluyo en el grupo de las BREAS o regalices de colores o palotes o el nombre que se le dé en cada región. Rígidas de apariencia pero maleables al tacto; tras eso primera capa, una veces blanda, otras frágil y resquebrajada, y a veces picante, encuentras una pasta dulce, agradable al paladar y....!con una infinidad de sabores! ¿Cuál eres tú?

martes, 2 de febrero de 2010

El tiempo perdido

¿Qué pasa con el tiempo desaprovechado? ¿Adónde va? ¿Se almacena en el cementerio del tiempo perdido? ¿O existe alguna biblioteca donde te lo presten durante 15 días, con posibilidad de renovar por otros 15 más?

¿Y si ese tiempo que se nos escapa de los dedos no lo hemos dejado a la deriva nosotros, sino que nos lo han arrebatado, con o sin premeditación y alevosía?

No pretendo volver al pasado.No me arrepiento de nada. Lo que pasé o no, todo lo vivido, ocurre por alguna circunstancia o, si no, estoy convencida de que no seríamos quienes somos si no hubiéramos llorado, reído, bailado, cumplido años, peleado, arrepentido, ...amado.

Si pudiera viajar al pasado, sólo lo haría para coger de la mano a aquéllos con los que ahora no puedo compartir cada minuto, importante o banal, de mis días. Aquellos a quienes ahora no puedo abrazar y susurrar al oído que los quiero. Entrelazaría mis dedos con los dedos de mis abuelos, y silbaría, con mi perrita correteando entre mis piernas. Y juntos recorreríamos el camino del presente, siguiendo las flechas hacia el futuro.
Pero estoy en el presente. Alguien cerró la puerta con cadenas y siete llaves; para la puerta del mañana tengo una llave maestra.

De pequeña nunca tuve amigos invisibles, sin embargo, siempre dijeron que tenía mucha imaginación y una sensibilidad abismal, una intuición más allá de la corriente intuición femenina. No sé si por todo eso o por nada, tengo un baúl lleno de recuerdos. En un rincón guardo entradas, fotos, dibujos, algún juguete canino,..., en el otro tengo amontonadas libretas con relatos, frases, poemas que me escribieron o que escribí o esbozos que jamás fueron acabados; y el resto del baúl está vacío para los ojos de los demás, pero no para los míos. Allí protejo de las inclemencias todos mis recuerdos, imágenes, palabras inolvidables o nunca dichas. Confidencias bajo la luz de la luna, besos robados, noches en vela, paseos, viajes, abrazos, ...sentimientos. Este baúl tiene una llave. No para evitar miradas curiosas, sino por miedo a que se escapen para siempre de mi memoria.

Día inaugural

Hoy inauguro mi blog. Mi humilde blog. Después de mucho tiempo pensando en la idea de hacerlo, al final he caído en sus redes. Esperé un momento sosegado, la calma que sigue a la tempestad, un remanso físico más que mental para abrir mi cajón de sastre y el de todos aquellos que quieran participar.
Tecleando esta entrada siento un cosquilleo. El cosquilleo producido por la ilusión de comenzar algo nuevo pero también por las dudas de hacerlo medianamente legible. La atracción de lo desconocido, de las novedades del día a día.
¿Por qué el nombre de La persistencia de la memoria? Barajé muchos otros pero ninguno consiguió convencerme tanto. Obra conocida también como Los relojes blandos, para Dalí, relojes y memoria se reblandecen por el paso del tiempo. Sin embargo, escribiendo podré recordar experiencias y sentimientos que el correr de las manecillas se encarga de dulcificar....o de borrar. Como dice un proverbio chino: "La tinta más pobre de color vale más que la mejor memoria"

Y para terminar, qué mejor que despedirme con palabras de Jorge Luis Borges. "Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconscientes, ese montón de espejos rotos".